Tomado de http://www.medium.com
Por Pipo Reiser
“Nunca dudes de que un grupo pequeño de personas comprometidas pueden cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que alguna vez lo han logrado.” — Margaret Mead
Hace unos días volví de Singapur tras tener el increíble privilegio de representar a Sinba en un concurso global de emprendimientos llamado Innovate4Climate, organizado por el Banco Mundial. El objetivo era identificar y catalizar innovaciones en etapa temprana que tengan el potencial de contribuir a enfrentar el cambio climático ya sea reduciendo emisiones o aumentando resiliencia, con modelos de negocios escalables y replicables a nivel global. Participaron 239 emprendimientos de 81 países y finalmente fuimos invitados 5 finalistas a presentar ante un jurado y frente al público participante de la conferencia global que llevaba el mismo nombre.
El viaje de 35 horas (de ida, otras 35 de vuelta…) para dar una presentación de 3 minutos (el famoso “pitch”) finalmente valió la alegría, ya que fuimos escogidos ganadores! Un gran orgullo e increíble reconocimiento a todo el equipo de Sinba que viene construyendo, día a día, la historia de este pequeño proyecto con grandes sueños.
Para mí fue la primera vez en conocer Asia, y la primera para Sinba de presentar en un escenario global, además de que el programa incluyó una semana entera de actividades, eventos, talleres y reuniones que me enseñaron mucho. Últimamente escribo mucho menos de lo que quisiera, pero no quería dejar de plasmar estas líneas para compartir algunas reflexiones que me quedan luego de esta tremenda experiencia.
- ¿Qué hace un grupo de micro-empresarios (startups) en un evento organizado por grandes instituciones globales?
Innovate4Climate, aparte del concurso para emprendimientos, fue una conferencia del tipo donde se juntan gobiernos, multilaterales, grandes bancos, corporaciones, etc. para conocerse y plantear caminos de “desarrollo” para el mundo, especialmente de cara al desafío enorme del cambio climático. ¿Ahora, qué hacía allí grupo de innovadores misios entre tanto VIP?

Resulta que, al margen del nombre del evento, la creatividad y la innovación escasean en estos mundos de gente “importante”. El propio diseño de la conferencia lo demuestra. Todo ocurre en horarios de oficina, y todos van vestidos como yendo a la oficina (saco y corbata…). La gente de mayor rango recibe más tiempo para hablar, los “talleres” son en realidad paneles de “expertos” con poca interacción con el público, y siempre hay un cóctel con abundante alcohol para distender” un poco a la gente.
En un espacio así, y en las instituciones que lo conforman, la innovación es una palabra bonita que se practica muy poco. Girar el Titanic, con una tripulación que tienen poca intención ni motivación para hacerlo, es tarea compleja.
Ahí es donde entramos nosotros. Pequeños emprendimientos enfrentando grandes problemas con ideas descabelladas y sueños de ir más allá. Este mundo tiene hambre de esto, me di cuenta. Muchos QUIEREN innovar, pero por las reglas de juego en las que se mueven, no PUEDEN hacerlo. En realidad, debo reconocer que tenernos allí era un riesgo y una innovación en sí, y por lo tanto estoy doblemente agradecido por haber tenido la oportunidad.
2. La tecnología es parte de la respuesta, pero con propósito
Mucho se mira hacia la tecnología para resolver nuestros problemas, y sí, yo también creo que la tecnología es parte importante de la respuesta. Sin embargo, la tecnología en sí es neutra (como el dinero). Lo importante es el PARA QUÉ se usa. Por otro lado, mucha de la tecnología que necesitamos ya existe, es cuestión de compartirla y aplicarla, encontrando modelos que permitan hacerlo.
Una tendencia importante que identifiqué es que mucha de la tecnología propuesta para ayudar a enfrentar la crisis climática tiene como objetivo generar transparencia y trazabilidad. Así, por ejemplo, el uso de blockchain para generar “tokens” (un activo digital derivado de un producto/impacto real) para, por ejemplo, comercializar bonos de carbono o asegurar la procedencia legal y no destructiva de productos físicos (madera, aceite de palma, productos alimenticios, etc.), es algo prometedor. La ilusión es que la tecnología pueda ayudar a internalizar las famosas “externalidades”, los impactos que no se contabilizan de manera monetaria, para que el precio de los productos y servicios refleje un valor mucho más cercano al que realmente tienen.
El otro rol importante de la tecnología es de achicar las distancias y ayudar a desplegar soluciones probadas en mayor escala y menos tiempo. Este es un reto real para una empresa como Sinba, que no ofrece un servicio digital sino un servicio físico que requiere máquinas y que mueve bienes físicos. ¿Cómo imaginar un modelo que pueda ser replicado en otros lados apalancando las tecnologías (digitales) para hacerlo a mayor escala, más rápido en menos tiempo?
3. Las respuestas están, casi siempre, en la naturaleza
Fue bastante esperanzador ver que, si bien sigue habiendo un foco grande en los mercados y en la tecnología a la hora de proponer soluciones al cambio climático, finalmente se está haciendo un espacio relevante para las soluciones basadas en la naturaleza: proyectos de conservación y captura de carbono en espacios naturales existentes como bosques, sí, pero también regeneración de bosques, humedales y tierras degradadas e integración de manejo de paisajes en sistemas productivos. También, al fin, se empieza hablar de pérdida de biodiversidad como un factor que está restando resiliencia a los ecosistemas.

Algo que me hubiera gustado ver más, es como este enfoque se aplica al desafío de la alimentación. La agricultura es una gran parte del problema, ya que cada vez se ocupa más tierras para producir alimentos y materiales de manera insostenible. ¿Cómo producir alimentos sanos para una población creciente y al mismo tiempo regenerar los ecosistemas vitales que le dan balance al ciclo de carbono? Existen ciertamente ejemplos de ello, como lo que propone la agricultura regenerativa. Aquí un artículo que habla más sobre esto.
Por otro lado, se vuelve cada vez más común escuchar hablar de biomimética, o el arte de buscar las respuestas a nuestros desafíos en la naturaleza, y luego de imitar sus “tecnologías” a la hora de construir las nuestras. Con tantas millones de especies sobreviviendo exitosamente en tantos ecosistemas desafiantes, sería ingenuo pensar que nos toca reinventar la rueda. La naturaleza suele encontrar formas muchísimo más eficientes de resolver los desafíos como mantener la temperatura, recircular materiales, etc., y es clave para ello aplicar pensamiento sistémico, entender profundamente las interacciones de lo que hacemos con el sistema mayor en el que nos movemos. La economía circular se basa, en el fondo, en este principio.
4. ¿Causa o solución? El sistema capitalista globalizado
Finalmente, el hecho de que Innovate4Climate haya sido organizado en Singapur no es una coincidencia, pues dicho país ha sido ampliamente reconocido por ser casi un milagro del “desarrollo”. En 1965 tenía un PBI per cápita de $3,900 y hoy está por encima de los $55,000. Sin embargo, Singapur es una ciudad (es un país compuesto por una ciudad) que no produce casi nada. ¿Cómo lo logró? Principalmente volviéndose un epicentro de servicios financieros y de comercio global, un lugar atractivo para las grandes empresas por sus bajos impuestos y porque todo el mundo habla inglés. En otras palabras, Singapur es un motor importante del sistema capitalista de consumo que, en gran medida, ha resultado en la crisis climática en primer lugar. La pregunta incómoda es entonces: ¿es posible resolver una crisis usando las mismas herramientas que la crearon? Una pregunta grande que muchos, desde ambos lados del debate, han intentado responder. La respuesta de Singapur, y por extensión del Banco Mundial, parece ser un rotundo sí. Ciertamente no se vio mucho cuestionamiento a este nivel en el evento.
Yo por mi lado, no estoy tan seguro, y en el viaje percibí muchas contradicciones que alimentan mi duda. Supongo que, en gran medida se cumple también aquí algo alguna vez me dijo un amigo muy sabio: nos toca vivir siempre gestionando nuestras contradicciones. Hacer lo mejor que podemos, y seguir dispuestos a aprender e innovar, siempre.